En su acepción más común la disciplina es la capacidad de enfocar los propios esfuerzos en conseguir un fin, si bien etimológicamente, disciplina hace referencia a la instrucción dada a un discípulo,
Su propósito es amoldar el carácter y el comportamiento de un individuo para conseguir una eficiencia máxima en alguna labor. Así se habla de disciplina militar a la seguida por las fuerzas armadas o disciplina escolar a la que se aplicaría en las escuelas para conseguir un mejor aprendizaje.
La disciplina ha adquirido connotaciones negativas debido entre otros factores al uso que hicieron de ésta ciertas ideologías totalitarias durante el siglo XX, así como a los antiguos métodos educativos, en los cuales amparaba el uso de la violencia contra los alumnos. Así, para hacer referencia a una forma de comportamiento ordenada, no impuesta por otros, se habla de autodisciplina, término que evita esas connotaciones.
En nuestra sociedad heterogénea, donde existen tantas culturas y maneras de criar los niños, cada familia espera un comportamiento diferente de sus hijos.
Se le puede permitir a un niño ir y venir cuando quiera, mientras que a otro se le pueden imponer horas fijas de regresar a la casa. Cuando los padres y los niños no están de acuerdo sobre las reglas, ambos deben de tener un intercambio de ideas que los ayude a conocerse. Sin embargo, los padres son los responsables de establecer las reglas y los valores de la familia.
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